El incremento de las temperaturas globales persiste y urge la educación sobre este tema, pero más importante, conocer cómo ser más resilientes ante estos cambios.
Los manglares son los árboles de nuestras costas. Se distinguen por sus hermosas raíces, que adornan y protegen nuestras costas, y además son pulmones del medioambiente.
Junto con las praderas marinas y los arrecifes de corales, los manglares son nuestras delicadas joyas costeras.
Según el doctor Jorge Bauzá, el mangle es “un árbol campeón” ya que es “el único árbol - particularmente el mangle rojo - que tiene la capacidad de vivir en esta interfase de tierra y agua.”
Los mangles también sirven de viveros para las especies acuáticas en el trópico.
En Puerto Rico hay 4 tipos de mangles: rojo, blanco, negro y botón.
Las raíces de estos árboles sirven de sostén y protegen a la costa de la erosión, oleaje, y hasta de los tsunamis. Ya que atrapan los sedimentos creando litoral y amortiguan la energía. Además, mejoran la calidad del agua.
Su conservación y restauración es crucial en la adaptación al cambio climático. Los mangles son nuestra primera línea de defensa costera a las amenazas naturales. El sistema de raíces es un método de protección natural de la costa.
Puerto Rico tuvo una pérdida de mangle acelerada a principio de siglo, que en cierta forma se recuperó por las medidas legislativas.
Sin embargo, en tiempos recientes el 75 % de los mangles han sido destruidos como resultados de los desarrollos urbanos, la destrucción de las dunas, la contaminación industrial y la de aguas usadas, y en el 2017, el huracán María produjo aún más devastación. Con tecnología “LIDAR” de la NASA, se estudió cómo fue la interacción de vientos, tierra y mar, y se analizó el perfil vertical de los manglares para entender la escala de daños.
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