En el 2017, los huracanes Irma y María causaron un daño excepcional en los bosques de Puerto Rico. Los vientos extremos deforestaron los bosques, y al desaparecer el dosel, dejó sin refugio ni alimento a las cotorras silvestres para subsistir quedando más vulnerables a los depredadores.
Se estima que hubo una pérdida de 20 a 30% de la cubierta forestal o dosel, y los tres bosques que forman parte del programa de recuperación de la cotorra: El Yunque, el Bosque Estatal de Maricao y en el Bosque Río Abajo de Utuado quedaron destruidos. Como resultado, hasta un 60% de las cotorras silvestres desaparecieron de estos bosques.
Según las estadísticas, antes que el huracán María azotara a Puerto Rico, había alrededor de 200 cotorras puertorriqueñas en estado silvestre entre estos bosques. El programa de recuperación de la cotorra puertorriqueña ha podido subir el número de individuos en estado silvestre previo a 2017, como resultado de los controles en los aviarios, lo que es un gran progreso.
Las cotorras silvestres pueden sobrevivir a eventos atmosféricos de menor velocidad del viento, no así a huracanes extremos. Tras los huracanes Irma y María, los aviarios ahora cuentan con un cuarto de huracanes para proteger las cotorras en cautiverio a la caída de los árboles sobre las jaulas.
Aunque los esfuerzos de los científicos están dando resultado, esta especie está en peligro de extinción. Entre los eventos naturales, la deforestación y las actividades del ser humano, la recuperación de la cotorra requiere un trabajo arduo y consistente de conservación de un personal dedicado.
Para salir de la clasificación de peligro crítico de extinción no solo se necesita que haya un mayor número de cotorras, sino que haya un flujo genético de la especie.