El ejército estadounidense anunció el viernes que renunciaba a devolver seis instalaciones militares a los gobiernos alemán y belga, citando "necesidades crecientes en el teatro europeo", sin mencionar a Rusia.

La primera decisión de cerrar estos seis sitios se tomó en 2010 y 2015, por lo que el proyecto para mantenerlos no está vinculado a las intenciones del expresidente Donald Trump de reducir la presencia militar estadounidense en Alemania, que había preocupado mucho a Berlín pero nunca fueron implementadas.

El mandatario Joe Biden, que considera a Rusia una seria amenaza para la seguridad europea, ya había revertido el plan de su predecesor.

Y la presencia militar estadounidense en Alemania ha incluso aumentado ligeramente en los últimos meses.

Los soldados y sus familias ascendían a más de 35.000 a finales de marzo, repartidos en 21 bases militares a lo largo del país.

Los sitios involucrados son cuarteles secundarios, almacenes y oficinas, dijo el viernes el comando del Ejército de Estados Unidos en Europa en un comunicado.

En Alemania, se trata de los cuarteles de Barton, en Ansbach, en el centro del país, y de Pulaski, los depósitos de Coleman, anexos a la enorme base de Ramstein (oeste), el cuartel de Husterhoeh en Pirmasens, cerca de la frontera francesa, el depósito de Weilimdorf en Stuttgart y el Centro Amelia Earhart en Wiesbaden.

En Bélgica, el cuartel de Daumerie, cerca de Mons, que iba a ser devuelto a Bruselas, se conservará y se utilizará finalmente para apoyar las actividades de las fuerzas estadounidenses en el cuartel general de la OTAN.

En junio, unos 28.000 soldados de Estados Unidos y 25 países aliados participaron en las maniobras militares Defender Europe 21, realizadas principalmente en Europa del Este y destinadas a fortalecer la preparación de los ejércitos de la OTAN y su interoperabilidad.