En el balcón de su residencia en la calle Julio Vizcarrondo de Villa Palmeras en Santurce encontramos a Don Domingo.
Don Domingo, de 74 años y retirado de la industria turística, y su esposa Josefina viven en una angustia constante desde que se les fue la energía eléctrica la noche del miercoles.
Constatamos personalmente que el refrigerador de estos residentes de Villa Palmeras en Santurce está vacío. Tuvieron que botar casi todo debido a que se dañaron los alimentos.
Y a juzgar por lo costoso que están los alimentos, fueron cientos de dólares en carnes, pescados y mariscos que tuvieron que echar a la basura. A duras penas conservan algunas frutas, agua, leche y jugo en dos neveritas con algo de hielo. Ahí también esta la insulina de Josefina.
La mujer de 72 años, además de ser diábetica, es hipertensa, padece de apnea del sueño, fatiga y está perdiendo la visión. De las múltiples condiciones, no tener la capacidad de respirar por si misma es lo más que la angustia.
Durante el día Josefina usa un pequeño respirador de batería. La desesperación en las noches es mayor, pues si no usa un respirador mientras duerme corre el riesgo de sufrir de un infarto o una trombosis.
Son una pareja de septuagenarios retirados que son el reflejo de tantos otros hogares donde el dinero no da ni tan siquiera para comprar un generador eléctrico.
Según nos dijeron Domingo y Josefina, su casa queda en un bolsillo de Villa Palmeras. Temen revivir la angustia que enfrentaron tras el paso del huracán Maríaa cuando tuvieron que esperar cinco meses para que se les restableciera la luz.
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